lunes, 18 de febrero de 2013

El Fascinante Estado de Chiapas

Tuxtla Gutiérrez y Chiapa de Corzo 01-05 Febrero 2013

Luego de un largo viaje en autobús  de aproximadamente doce horas, finalmente se ha llegado a Chiapas, donde la primera parada fue la capital del estado, lugar donde mi primer anfitrión de Couchsurfing me espera.

Lo primero que hice al llegar a la central, fue revisar que mi compañera de viaje se encontrara en excelente estado, ya que durante todo el camino iba con el remordimiento de que algo malo le sucediera en la parte del equipaje del camión. Una vez ya con la bici armada, me dirigí hacia el Mercado de los Ancianos, lugar donde me encontraría con Carolina, allí recibí la grandiosa bienvenida de ella, tanto de su hermana Gaby como de su padre el señor Miguel. El padre de Caro sugirió que pusiera el equipaje en su carro y así no fuera tan pesado el recorrido a casa. Durante ese pequeño transcurso pude darme cuenta que se debería tener mucho cuidado con los conductores, cosa que después pude confirmar por su terrible falta de respeto hacia los peatones. Ya estando en casa conocí a la señora Rocío, madre de Caro, a sus abuelos y tía que viven con ellos, no sin antes desayunar un rico tamal de mole con un poco de fruta fresca para después tomar un rico baño.

Pocas horas después, acompañé a mi anfitrión al grupo de inglés que asiste desde hace ya un año. Por la tarde decidimos ir al centro histórico de la ciudad, donde pasamos un buen rato caminando y pudimos ver en el Parque de la Marimba alguna gente bailar el baile típico de la región, bien conocido como danzón.



Al día siguiente nos dirigimos temprano a lo que fue Chiapa de Corzo, lugar declarado como Pueblo mágico. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al embarcadero para que nos llevara a hacer el recorrido a través del Cañón del Sumidero, atractivo natural realmente sorprendente que vale la pena visitar y hacer un poco de sacrificio. Pudimos ver la diversidad de especies que habitan en el cañón, así como también una extraordinaria vista de este bello paisaje (lo único que si me pesa es no haber podido ver el famoso árbol de navidad con agua desprendiendo de este mismo, en fin creo que debí haber venido varios meses atrás). Después de un largo paseo, decidimos tomar el famoso pozol, típica bebida refrescante de esta región del estado, la cual aparentemente es fácil de preparar ya que solamente se requiere la masa, agua, azúcar y licuarlo con las manos. Mientras el tiempo pasaba, recorrimos parte del pueblo hasta subir a lo más alto de una iglesia para observar la vista panorámica de toda la comunidad.









Ya de regreso a casa nos encontramos un poco agotados y lo único que queríamos era descansar, ya que al día siguiente desde muy temprano iríamos con unos amigos de Carolina al Aguacero a acampar.

Levantados desde temprano, tomamos un rápido desayuno para posteriormente alistar las cosas que pensábamos llevar para comer y dormir en plena naturaleza. La hora de reunión era a las 9:30 a.m.,  por descuido olvidamos que era hora mexicana, lo que quiere decir que al menos habría de 30 a 45 minutos de retraso. Al llegar Yacid y compañía, nos subimos en su camioneta junto con los demás familiares y amigos. Nos tomó aproximadamente una media hora llegar a nuestro destino, allí comenzamos a descender con todas nuestras cosas a hasta lo profundo de esta reserva ecológica, si se tenía pensado ir al baño era mejor hacerlo ahora, de lo contrario se tendría que subir algunos 120 escalones en promedio.

Ya instalados, recorrimos toda la zona del Aguacero donde a pesar de no ser época de lluvias era posible ver la corriente de río así como la mayor parte de la reserva verde. Al estar frente a la inmensa cascada, dudé en dejarme mojar por una gota de agua por lo helado que estaba, sin embargo, estando allí, ¿Cómo iba a dejar pasar esta oportunidad? Esta era la razón por la cual habría decidido venir a un lugar como éste. Fue en ese instante cuando suspire y me pregunte a mí mismo: ¿Por qué me demoré tanto tiempo en venir aquí?


Cuándo nos reunimos con el resto del grupo, comenzamos a jugar unas partidas de volleyball donde pude emplear un poco de la técnica aprendida durante las prácticas en la universidad. Por suerte, el equipo perdedor se haría cargo de encender la fogata, lamentablemente no nos fue igual de bien en el juego de football donde tuvimos que ir en busca de unos troncos suficientemente grandes para sentarnos en ellos.

Al caer la noche ya con nuestras casas de campaña instaladas, era tiempo de disfrutar de una rica comida alrededor de la fogata sin hacer falta por supuesto de su famoso pozol y de postre unos bombones. Después de haber quedado con la panza llena y de escuchar unas historias de terror por parte de Bistra, Omar y Luis, era tiempo de ir a dormir bajo la luz de las estrellas, el sonido como melodía del andar del río como suspiro en el oído y lo poco que quedaba de la fogata.

A la mañana siguiente, tomamos lo que fue un pequeño desayuno para después dar una pequeña caminata por última vez en el lugar entre las rocas y el río. Cuando estábamos listos para partir, era tiempo de enfrentar lo más difícil del viaje, subir los 120 escalones con todo y nuestras cosas!! Para mí  fue como subir a la cima del faro de mi ciudad, sólo que aquí lo hacía a paso corto y largo así como también con algunos kilos de más sobre mí. Finalmente allá arriba, Bistra se dio cuenta que la batería de la camioneta no funcionaba, para nuestra suerte un amable señor nos prestó sus cables para pasar corriente.
El camino de regreso a casa fue rápido y de manera muy tranquila, no sin antes hacer una parada en un Oxxo para comprar una botana y unos botes para el camino. Muchas gracias a Yacid, Dori, Karina, Teresita, Omar, Bistra, Eugenio, Luis Omar, Rafael por todo y por supuesto a Caro por haberme convencido a quedarme un día más para ir con ellos.

La única cosa que quise hacer al llegar a casa, era descansar lo más que pudiera sin salir para nada y avanzar un poco con mi escrito antes de ir a dormir y esperar el momento de partir el día de mañana.

Luego de estar por 4 días en Tuxtla, ha llegado el triste momento de decir adiós y emprender camino hacia San Cristóbal. Muchas gracias a Carolina y a toda su familia que me recibieron con los brazos abiertos y me trataron como un miembro más de la familia, les estaré eternamente agradecido.




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